El arte de la perfumería se basa en el desarrollo de un sentido. Uno que compite con todos los demás y que se enreda en sus faldas: el olfato.
Es primitivo e irrefrenable, pero lo que consigue evocar con una gota de aroma puede tener repercusiones literarias, como demostró Proust con su archifamosa magdalena.
- Una ceremonia de los aromas
En Japón, el gusto por el perfume y la apreciación estética de las fragancias se considera una de las más elevadas expresiones de sensibilidad y refinamiento. Incluso cuenta con su propia ceremonia, el ködö (o arte de apreciar los aromas), tan importante como la del té o el ikebana.
En ella, es la ropa y el cabello la que se impregnan de la esencia para aprender a escuchar lo que tiene que contarnos. Tal es la pasión por entender esta cosmogonía fragante tras cada olor que Shizo Fukuhara, el primer presidente de Shiseido, ya planteó su objetivo de "elevar el perfume a la categoría de obra de arte".
Por eso no es extraño que la nueva fragancia de firma, Ever Bloom, parta de un planteamiento estético que va mucho mas allá de la simplificación tripartita de un perfume normal, estructurado en notas de salida, corazón y fondo.
Su composición trabaja a dos niveles: con un acorde de presencia en el que destaca un bouquet floral sereno y envolvente con absoluto de azahar, gardenia y sylkolide musk, y un acorde radiante, natural y cristalino, con ciclamen, loto y esencia de rosa.
- Un ritual fragante para ti sola
Y también por esa razón, ahora añade un nuevo gesto de belleza a su colección: el ritual del baño. Pero no es un ritual cualquiera. Tanto la leche corporal como la crema perfumada de cuerpo requieren un paso inicial antes de ser aplicadas sobre la piel: hay que calentar el producto en las palmas de las manos, acercarlas a la nariz e inspirar muy despacio y profundamente dos o tres veces antes de iniciar un masaje de aplicación circular que debería partir desde los tobillos para llegar hasta el cuello.
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