Las sombras en polvo son la mejor opción para aquellas mujeres clásicas que no desean innovar demasiado en cosmética y que no quieren que las novedades lleguen a sus estuches beauty, sino que simplemente desean que sus looks sean los de siempre sin más complicaciones.
También son mejores este tipo de sombras si no somos demasiado mañosas con un ‘pincelito’ y nos gusta tener una cobertura que no sea demasiado uniforme, haciendo diferentes efectos de degradado y fundiendo distintos colores. Lo único negativo de este tipo de sombras es que es más fácil que se estropeen.
Por otro lado, las sombras en crema o mousse son más adecuadas para aquellas mujeres que han querido reinventarse un poco en cuestión de sombras de ojos y ahora optan por un formato que no admite medias tintas, que es suave y a la vez potente.
Lo bueno es que es fácil de conservar, si se nos cae al suelo es recuperable. El inconveniente es que es más complicado conseguir un efecto degradado de colores.
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